domingo, 26 de diciembre de 2010

Reflexión en torno a la enseñanza de las humanidades en el mundo. La mercantilización de la educación superior.

Pasado y futuro de las humanidades

Reflexiones. Se acaba de presentar un libro que reflexiona en torno a la enseñanza de las humanidades en un mundo que vive cada vez más alejado de ellas. Conversamos con el filósofo Miguel Giusti, uno de sus editores.
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Por: Jorge Paredes Laos

Cuenta el poeta y lingüista Mario Montalbetti, en este libro, la siguiente anécdota: cierta vez un monje Zen fue invitado a dictar una conferencia en la capital mexicana y, al final de la charla, alguien del público levantó la mano y le preguntó: “¿Existe la vida después de la muerte?”. El monje estalló, entonces, en una gran carcajada y luego dijo: “me disculpo por reírme pero es que ‘esta’ es la vida después de la muerte”. Montalbetti dice que algo similar ocurre con las humanidades: ‘este’ es su futuro.

¿Ante el auge del pragmatismo tecnológico y economicista de las últimas décadas, hemos llegado acaso al fin de las humanidades, tal como las entendieron y practicaron griegos y romanos, y que por siglos dominó el pensamiento occidental? ¿O estamos en un momento en que más precisamos de ellas, desde la filosofía hasta la historia, para volver a poner de moda términos como solidaridad o humanitarismo?

“Existe una serie de tendencias en el desarrollo de la cultura, la ciencia, la tecnología, que por diferentes razones parece poner en cuestión la importancia, el valor, la relevancia de las humanidades”, opina el filósofo Miguel Giusti, coeditor con la filósofa Pepi Patrón de “El futuro de las humanidades” (Fondo Editorial PUCP).

“Por un lado, efectivamente, existe la tendencia economicista de la rentabilidad que hace ver los estudios de humanidades como improductivos e inútiles, y por otro lado está la mercantilización de la educación superior, con una especialización cada vez más acelerada, que hace prescindir de lo que se consideran estudios anticuados. Esto es, sin embargo, un espejismo peligroso”.

“Por ejemplo, al creer que el ser humano solo tiene sentido como cliente o comprador se está perdiendo una visión solidaria de la sociedad y de la humanidad; una visión, además, más amplia, diversificada, de lo que es la cultura. Yo no digo que en el pasado existía una formación humanística perfecta, también había marchas y contramarchas; pero en estos tiempos se está perdiendo esa idea originaria de que las humanidades son al mismo tiempo un ideal de conducta solidario y un modelo de educación”.

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Sin embargo, el humanismo ha tenido severas críticas y no todas infundadas. En su artículo cita a Heidegger cuando critica el humanismo eurocentrista que prevaleció en la modernidad, ¿cómo explica esta idea?

Heidegger fue un crítico muy severo del humanismo, por eso entró en polémica con Sartre. Lo que Heidegger quería decir, y con toda razón, era que el humanismo es una noción del hombre y de la sociedad que encierra una serie de peligros y suposiciones que de hecho han ocurrido así en la historia. Bajo la idea de una figura de ser humano se puede destruir la naturaleza, se puede fundamentar una empresa totalitaria e imperialista. El humanismo lleva consigo también el germen de la intolerancia contra todo aquello que es diferente a una definición sesgada de ser humano. Por eso, en el texto, nosotros hablamos de una visión de humanidad que se acerca más a lo que hoy se llama el humanitarismo. El humanitarismo, podemos decir, ha nacido de las ruinas del humanismo. Aceptando las críticas de Heidegger, el humanitarismo es una visión menos ambiciosa, más consciente de la vulnerabilidad del ser humano.

¿No es paradójico que hoy, pese al declive de las humanidades, exista mayor conciencia en torno a los derechos humanos?

Sí, hay en la sociedad contemporánea una conciencia moral más asentada para respetar los valores humanitarios. Y a la vez que hay una corriente contra las humanidades, como un conjunto de disciplinas improductivas, hay también una corriente moral y jurídica que respalda el derecho internacional humanitario. En el Perú, somos sensibles a lo que significa el crimen de lesa humanidad y esa conciencia, ciertamente, ha aumentado por lo menos desde un punto de vista principista.

En el siglo XX la ciencia se alejó cada vez más de las humanidades. Incluso hoy en las universidades ambas disciplinas (letras y ciencias) aparecen separadas y hasta en espacios distintos, ¿no cree que esto es contraproducente?

Es cierto que atenta contra el sentido mismo de las humanidades el querer establecer una separación entre ciencias y letras, eso es producto de un abandono de una idea fundamental: yo le decía al comienzo que las humanidades constituyen un ideal moral y un modelo educativo.

Yo diría que con el desarrollo de las ciencias en los últimos dos siglos lo que se ha producido es un proceso de especialización que cree poder desarrollarse al margen de sus raíces humanitarias. Lo que ahora llamamos ciencia, en muchos casos significa una ciencia desligada de sus raíces, separada de un tronco que le es fundamental.

Lo que hay que tratar de recuperar es ese elemento unificador, ese puente, que puede ser el uso de la lengua, el cultivo del arte, la reflexión crítica, el conocimiento de la historia; estos elementos, que en el caso de los griegos, estaban todos vinculados al uso del lenguaje, empleado para hablar, para narrar, para hacer literatura, para reflexionar y recordar. Cultivar ese lenguaje es cultivar las humanidades. Es como afinar, esculpir de manera cada vez más adecuada este animal humano.

La palabra “humanitas”

El primero en usar la palabra “humanitas” fue Cicerón en Roma, el año 80 a.C., en un alegato en defensa de Sextus Roscius, un ciudadano romano que la sangrienta dictadura de Silas quería despojar de sus bienes. “Viendo y escuchando constantemente que ocurren acontecimientos terribles, corremos el riesgo, todos, hasta los más sensibles, habituados ya al sufrimiento, de perder el sentimiento de humanidad de nuestro corazón”, escribe el abogado romano. Según Giusti los romanos usaron “humanitas” para unir dos términos griegos: filantropía (solidaridad) y paideia (educación).

Fuente: Diario El Comercio, suplemento cultural "El Dominical" (Perú). 7 de Noviembre del 2010.

2 comentarios:

  1. Hola, dando vueltas por la blogósfera me detuve un rato y encontré tu blog, de las cuales algunas cosas me parecieron interesantes...

    De hecho soy tu primer seguidor : )
    espero verte por mi blog www.bochaelsocilogo.blogspot.com

    Saludos rituales, Bocha.

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  2. Gracias por la visita Bocha, acabo de ver tu blog y me parece muy bueno. Noto incluso que enlazas el blog de mi compatriota el politólogo Martín Tanaka (Virtú e Fortuna). Te sugiero que visites mi blog principal: www.clioperu.blogspot.com, dedicado a temas de historia y actualidad.

    Saludos, un abrazo.

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